Retroceso *

¡Zas!, en toda la boca

[dicho popular]

Llevaba toda la semana igual, falta de descanso, sueño, ganas... una típica espiral descendente que no podía hacer otra cosa que seguir descendiendo. Ciertamente uno nota la falta de cafeína, aunque sería demasiado estúpido achacar todos los males a eso.

Me desperté totalmente despejado, a una hora preocupantemente temprana, cuando vi la hora dudé en si las calles estarían puestas o no, cuál fue mi sorpresa cuando vi que el ponedor de calles madrugaba más que yo, fácil.

Me concentré en mi apatía y tras media hora de sofá, quizá más, me vestí y fuí a tomar un puto tazón de café.

El cielo estaba gris, no mucho más que yo. Llegué a mi tajo, puntualmente pensé, y pedí un café en cachi sin alzar la vista.

- ¿Perdona? - no conocí la voz, así que tras un par de segundos, quizá más, miré a la camarera, que no era la de siempre, tal fue mi sorpresa que ni me inmuté.
- Un café en taza grande, con leche fría y dos azucarillos. - media sonrisa - cuando puedas.
- Ahora mismo.

Volví a mi visión fija de barra, encendí un cigarrillo y me dí cuenta de que estaba bajo mínimos.

- Cambiamé, hazme el favor.
- Cuando pueda - se carcajea.

El silencio en este momento era la solución más correcta que se me ocurría, aprende rápido esta zorra.

Al medio minuto, quizá más, me trajo mi tazón y mi cambio. Vertí el azucar y removí, esta vez sí, el cafe y no el cenicero, hoy andaba más despierto. Y me dirigí todo dispuesto a la máquina de tabaco, cuando me escupió el primer euro recordé la ley estúpida del mando de infrarrojos activando la máquina para mayores de edad, y tal.

- Le das al botoncito, maja.
- Cuando pueda. - se carcajea más sonoramente.
- Joder, te has cogido hoy con la coñita fuerte. ¿Te la traes preparada de casa tu solita o es de tu guionista judío?

Le da a su botón, yo le doy al mío, saco mi paquete y me vuelvo a su barra.