martes, mayo 13

Fly away

Era ya demasiado tarde, y nunca me imagine que doliese tanto.

Eran las 4 de la mañana y no conseguía conciliar el sueño, intenté durante el largo día dejar de fumar, hasta lancé el paquete de tabaco que tenía por la ventana para justificarme, y obligarme a hacerlo.

Pero siempre había sido debil, la fuerza de voluntad solía olvidarla en el fondo que cualquier botella, y la dignidad en el fragor de cualquier esquina.

Necesitaba un cigarro, el trago lo acaba de tomar. Torpemente esquivé los montones de ropa, cajas y vasos que había por el suelo, hasta que encontré unos pantalones.

Salí de casa en dirección al único bar que comprendía a la gente como yo, y no cerraba nunca.

La nube de pensamientos que inundaban mi cabeza era demasiado espesa como para salvar algo que no fuera agobio, tabaco, fuerza de voluntad... una espiral que me oprimía el pecho, que en pocos minutos reabriría con alquitrán y nicotina.

En un par de minutos ya tenía dispuesto el primer cigarrillo del resto de mi vida en mis labios, el encendedor en la mano izquierda, y el cerebro preparandose para el extasis de la necesaria nicotina.

Me encanta esta mierda.

Usé el encendedor, inspiré con todas mis fuerzas, y disfrute de la primera calada, la mejor, con ese toque a gasolina que tanto marchitaba mis pulmones, pero que tanto excitaba a mi cerebro.

Ya estaba acompañado y listo para volver a dormir, concentrado en el amargo sabor del tabaco emprendí la marcha hacía mi casa.

En un momento cualquiera del camino hacía mi cama, mientras cruzaba por cualquier calle, concentraba todo mi ser en la esencia pestilente del cigarro, esencia que me absorbió tanto que no presté atención al camión que estaba a diez metros de mí acercandose cada vez más.

Demasiado tarde.

Miré fijamente los focos, y abrí los brazos para abrazar mi destino.

Mi cabeza golpeó contra el frontal, un par de costillas se me partieron, la rodilla izquieda se desprendió del femur, y el brazo que sostenía el cigarro ondeaba como una bandera, sentía un liquido caliente brotando de ambos oidos.

El camión para en seco y yo inercialmente volé, nunca pense que volar doliera tanto.

En resumidas cuenta fue mi ultimo vuelo.

No hay comentarios: